La apreciación del Arte

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Tener la capacidad de apreciar una obra artística es una cualidad notable que completa el conocimiento humano. Cuando una persona se sitúa frente a un cuadro no debe valorarlo únicamente con la impresión que le ofrecen los ojos. Es necesario realizar un viaje hacía el espíritu del artista: comprender sus sentimientos, sus pensamientos y por supuesto tener constancia de sus circunstancias vitales. Esta idea debió de pasar por la cabeza de Vasari, famoso escritor italiano que se convirtió en el biógrafo coetáneo de los artistas del Renacimiento.

En los libros sobre Historia del Arte, cada uno de los protagonistas que aparece ha conseguido adaptar e interpretar la realidad creando obras admirables. De esta forma, dando su propia expresión, la confrontación de estilos se ha convertido en un legado fundamental para la Humanidad.

En primer lugar, valorar justamente una obra de arte se convierte en una tarea muy complicada porque intervienen numerosos factores. La mayoría son considerados criterios subjetivos. No obstante, un criterio objetivo que desempeña un papel destacado en el juicio  es la coherencia de los elementos que constituyen la síntesis unitaria. Esta coherencia que revela el  lenguaje artístico está conformada por la línea que aparece dibujada en los perfiles, los tonos de luz y las sombras que crean los efectos del claroscuro, el color y el movimiento. El hecho de llegar a percibir  todos y cada uno de estos elementos, junto con los aspectos afectivos y sensitivos, facilita la apreciación de la obra.

Muchos autores se han preguntado sobre el valor eterno en el Arte. La persistente ambición de crear obras destinadas a perdurar en el tiempo está siempre en la mente del artista. A pesar de lo dicho, el valor principal que se desprende de lo anterior es que el arte debe estar siempre en estrecho contacto con los actos y los sentimientos humanos más profundos para que, de esta manera, trasciendan y se conviertan en valores universales.

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